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Ser exótico, extraño, frágil y monstruoso

Álvaro Reyes Toxqui
Desde el cuerpo

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Las personas con discapacidad se enfrentan ante los estereotipos sociales donde son vulnerados por ser estigmatizados en distintas formas: lo exótico, lo extraño, lo frágil y lo monstruoso son formas complejas de exclusión social. 

La discapacidad nos interpela de distintos modos. Unaz veces nos sorprende por la cruda forma de expresarse en nuestros cuerpos o en el de los otros; otras veces nos maravilla morbosamente, hace que nos asomemos a lo distinto, a lo otro.  En ambos casos algo es seguro: la discapacidad es un asunto árido porque refleja que la condición biológica, en su azar, nos vulnera frente a la vida y, por otro lado, revela una condición cultural amenazante: no hay cabida para quien es imagen de lo que no deseamos ser. 

      La discapacidad es un fenómeno complejo porque hace referencia no sólo a la condición vulnerable de quien lo vive, sino que revela las diversas dimensiones de nuestra humanidad: desde la ética ─donde se asume la posibilidad de la obligación moral frente a lo otro─, la estética ─la que pone en entre dicho nuestras convenciones de lo normal y lo bello─, y lo político ─de donde surge la necesidad de  inclusión de lo otro en la esfera pública.

    En las tres dimensiones enunciadas existen múltiples formas de interacción con el problema de las discapacidades y todas ellas revelan condiciones de estigmatización, propias de los juicios y prejuicios que inventamos para culpar o exculparnos. El estigma, según Erving Goffman, es una característica socialmente asignada que presenta a los individuos como diferentes y, sobre todo, como excluidos. El estigma es la producción social del desapruebo del otro.

         La historia de ese desapruebo ha generado interacciones extrañas, la mayoría de veces deplorables: lo débil, lo extraño, lo exótico y lo monstruoso son construcciones sociales poderosas que estigmatizan con las condiciones de discpacidad y vulnerabilidad. La existencia, en el siglo XIX, de zoológicos humanos que exhibían públicamente lo obsceno, lo grotesco, lo anormal de los pueblos colonizados es sólo una muestra de botón de los procesos de estigmatización que han prevalecido en la modernidad capitalista. La exhibición de los cuerpos exóticos no ha cambiado mucho. Las redes sociales contemporáneas han construido una pasarela virtual donde los individuos se construyen una imagen virtual de lo que son y de lo que creen ser. Así, a partir de una gama de filtros, los rostros son modificados, los tonos de piel emblanquecidos, las cinturas estilizadas, los labios hinchados según los cánones de la industria de la seducción. En estas expresiones de los nuevos circos humanos todos somos vulnerados y convertidos en los «otros extraños». 

       No han cambiado mucho las condiciones de estos circos: los escenarios, las representaciones y las formas de dominación nos hacen imaginar que todos somos Sarah Baartman, la llamada Venus de Hottentot quien era exhibida a raíz de su piel y de sus protuberantes glúteos. En medio del espectáculo, Sarah era obligada a desnudarse, caminar en pasarela donde el público fascinado por el morbo de lo extraño, llegaba incluso a pagar por tocar sus prominentes nalgas. El trato que las redes sociales es semejante: las plataformas como Only Fans supone la virtualización y mercantilización de los miles de cuerpos que se desagregan en imágenes para exhibirse al mejor postor.

Álvaro Reyes Toxqui es profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y profesor de asignatura de la Unidad Académica Profesional Chimalhuacán. Pertenece al Sistema nacional de Investigadores nivel 1. Escritor y ensayista.

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